Romeo y Julieta – William Shakespeare
ESCENA PRIMERA
Celda de Fray Lorenzo
FRAY LORENZO Y PARIS
FRAY LORENZO
¿El jueves dices? Pronto es.
PARIS
Así lo quiere Capuleto, y yo lo deseo también.
FRAY LORENZO
¿Y todavía no sabéis si la novia os quiere? Mala manera es esa de hacer
las cosas, a mi juicio.
PARIS
Ella no hace más que llorar por Teobaldo y no tiene tiempo para
pensar en amores, porque el amor huye de los duelos. A su padre le
acongoja el que ella se angustie tanto, y por eso quiere hacer la boda
cuanto antes, para atajar ese diluvio de lágrimas, que pudiera parecer
mal a las gentes. Esa es la razón de que nos apresuremos.
FRAY LORENZO
(Aparte). ¡Ojalá no supiera yo las verdaderas causas de la tardanza!
Conde Paris, he aquí la dama que viene a mi celda.
PARIS
Bien hallada, señora y esposa mía.
JULIETA
Lo seré cuando me case.
PARIS
Eso será muy pronto: el jueves.
JULIETA
Será lo que sea.
PARIS
Claro es. ¿Venís a confesaros con el padre?
JULIETA
Con vos me confesaría, si os respondiera.
PARIS
No me neguéis que me amáis.
JULIETA
No os negaré que quiero al padre.
PARIS
Y le confesaréis que me tenéis cariño.
JULIETA
Más valdría tal confesión a espaldas vuestras, que cara a cara.
PARIS
Las lágrimas marchitan vuestro rostro.
JULIETA
Poco hacen mis lágrimas: no valía mucho mi rostro, antes que ellas
le ajasen.
PARIS
Más la ofenden esas palabras que vuestro llanto.
JULIETA
Señor, en la verdad no hay injuria, y más si se dice frente a frente.
PARIS
Mío es ese rostro de¡ cual decís mal.
JULIETA
Vuestro será quizá, puesto que ya no es mío. Padre, ¿podéis oírme
en confesión, o volveré al Ave-María?
FRAY LORENZO
Pobre niña, dispuesto estoy a oírte ahora. Dejadnos solos, Conde.
PARIS
No seré yo quien ponga obstáculos a tal devoción. Julieta, adiós. El
jueves muy temprano te despertaré.
(Vase)
JULIETA
Cerrad la puerta, padre, y venid a llorar conmigo: ya no hay esperanza
ni remedio.
FRAY LORENZO
Julieta, ya sé cuál es tu angustia, y también ella me tiene sin alma.
Sé que el jueves quieren casarte con el Conde.
JULIETA
Padre, no me digáis que dicen tal cosa, si al mismo tiempo no discurrís,
en vuestra sabiduría y prudencia, algún modo de evitarlo. Y si
vos no me consoláis, yo con un puñal sabré remediarme. Vos, en nombre
del Señor, juntasteis mi mano con la de Romeo, y antes que esta
mano, donde fue por vos estampado su sello, consienta en otra unión,
o yo amancille su fe, matáranos este hierro. Aconsejadme bien, o el
hierro sentenciará el pleito que ni vuestras canas ni vuestra ciencia saben
resolver. No os detengáis: respondedme o muero.
FRAY LORENZO
Hija mía, detente. Aún veo una esperanza, pero tan remota y tan
violenta, como es violenta tu situación actual. Pero ya que prefieres la
muerte a la boda con Paris, pasarás por algo que se parezca a la muerte.
Si te atreves a hacerlo, yo te daré el remedio.
JULIETA
Padre, a trueque de no casarme con Paris, mandadme que me arroje
de lo alto de una torre, que recorra un camino infestado por bandoleros,
que habite y duerma entre sierpes y osos, o en un cementerio,
entre huesos humanos, que crujan por la noche, y amarillas calaveras,
o enterradme con un cadáver reciente. Todo lo haré, por terrible que
sea, antes que ser infiel al juramento que hice a Romeo.
FRAY LORENZO
Bien: vete a tu casa, fíngete alegre: di que te casarás con Paris.
Mañana es miércoles: por la noche quédate sola, sin que te acompañe
ni siquiera tu ama, y cuando estés acostada, bebe el licor que te doy en
esta ampolleta. Un sueño frío embargará tus miembros. No pulsarás
ni alentarás, ni darás señal alguna de vida. Huirá el color de tus rosados
labios y mejillas, y le sucederá una palidez térrea. Tus párpados
se cerrarán como puertas de la muerte que excluyen la luz del día, y
tu cuerpo quedará rígido, inmóvil, frío como el mármol de un sepulcro.
Así permanecerás 42 horas justas, y entonces despertarás como
de un apacible sueño. A la mañana anterior habrá venido el novio a
despertarte, te habrá creído muerta, y ataviándote, según es uso, con
las mejores galas, te habrán llevado en ataúd abierto al sepulcro de los
Capuletos. Durante tu sueño, yo avisaré por carta a Romeo; él vendrá
en seguida, y velaremos juntos hasta que despiertes. Esa misma noche
Romeo volverá contigo a Mantua. Es el único modo de salvarte del
peligro actual, si un vano y mujeril temor no te detiene.
JULIETA
Dadme la ampolleta, y no hablemos de temores.
FRAY LORENZO
Tómala. Valor y fortuna. Voy a enviar a un lego con una carta a
Mantua.
JULIETA
Dios me dé valor, aunque ya le siento en mí. Adiós, padre mío.
ESCENA SEGUNDA
Casa de Capuleto
CAPULETO, SU MUJER, EL AMA Y CRIADOS
CAPULETO
(A un criado). Convidarás a todos los que van en esta lista. Y tú buscarás
veinte cocineros.
CRIADO 1.º
Los buscaré tales que se chupen el dedo.
CAPULETO
¡Rara cualidad!
CRIADO 2.º
Nunca es bueno el cocinero que no sabe chuparse los dedos, ni traeré
a nadie que no sepa.
CAPULETO
Vete, que el tiempo apremia, y nada tenemos dispuesto. ¿Fue la niña
a confesarse con Fray Lorenzo?
AMA
Sí.
CAPULETO
Me alegro: quizás él pueda rendir el ánimo de esa niña malcriada.
AMA
Vedla, qué alegre viene del convento. Capuleto (A Julieta). ¿Dónde
has estado, terca? Julieta En la confesión, donde me arrepentí de
haberos desobedecido. Fray Lorenzo me manda que os pida perdón,
postrada a vuestros pies. Así lo hago, y desde ahora prometo obedecer
cuanto me mandareis.
CAPULETO
Id en busca de Paris, y que lo prevenga todo para la comida que ha
de celebrarse mañana.
JULIETA
Vi a ese caballero en la celda de Fray Lorenzo, y le concedí cuanto
podía concederle mi amor, sin agravio del decoro.
CAPULETO
¡Cuánto me alegro! Levántate: has hecho bien en todo. Quiero hablar
con el Conde. (A un criado). Dile que venga.
¡Cuánto bien hace este fraile en la ciudad!
JULIETA
Ama, ven a mi cuarto, para que dispongamos juntas las galas de
desposada.
SEÑORA DE CAPULETO
No: eso debe hacerse el jueves; todavía hay tiempo.
CAPULETO
No: ahora, ahora; mañana temprano a la iglesia.
(Se van Julieta y el Ama)
SEÑORA DE CAPULETO
Apenas nos queda tiempo. Es de noche. Capuleto Todo se hará,
esposa mía. Ayuda a Julieta a vestirse. Yo no me acostaré, y por esta
vez seré guardián de la casa. ¿Qué es eso? ¿Todos los criados han salido?
Voy yo mismo en busca de Paris, para avisarle que mañana es la
boda. Este cambio de voluntad me da fuerzas y mocedad nueva.
ESCENA TERCERA
Habitación de Julieta
JULIETA Y SU MADRE
JULIETA
Sí, ama, sí: este traje está mejor, pero yo quisiera quedarme sola esta
noche, para pedir a Dios en devotas oraciones que me ilumine y guíe
en estado tan lleno de peligros.
(Entra la señora de Capuleto)
SEÑORA DE CAPULETO
Bien trabajáis. ¿Queréis que os ayude?
JULIETA
No, madre. Ya estarán escogidas las galas que he de vestirme mañana.
Ahora quisiera que me dejaseis sola, y que el ama velase en vuestra
compañía, porque es poco el tiempo, y falta mucho que disponer.
SEÑORA DE CAPULETO
Buenas noches, hija. Vete a descansar, que falta te hace. (Vase)
JULIETA
¡Adiós! ¡Quién sabe si volveremos a vernos! Un miedo helado corre
por mis venas y casi apaga en mí el aliento vital. ¿Les diré que vuelvan?
Ama… Pero ¿a qué es llamarla? Yo sola debo representar esta tragedia.
Ven a mis manos, ampolla. Y si este licor no produjese su efecto, ¿tendría
yo que ser esposa del Conde? No, no, jamás: tú sabrás impedirlo.
Aquí, aquí le tengo guardado. (Señalando el puñal). ¿Y si este licor fuera
un veneno preparado por el fraile para matarme y eludir su responsabilidad
por haberme casado con Romeo? Pero mi temor es vano. ¡Si
dicen que es un santo! ¡Lejos de mi tan ruines pensamientos! ¿Y si me
despierto encerrada en el ataúd, antes que vuelva Romeo? ¡Qué horror!
En aquel estrecho recinto, sin luz, sin aire… me voy a ahogar antes que
él llegue. Y la espantosa imagen de la muerte… y la noche… y el horror
del sitio… la tumba de mis mayores… aquellos huesos amontonados
por tantos siglos… el cuerpo de Teobaldo que está en putrefacción muy
cerca de allí… los espíritus que, según dicen, interrumpen… de noche,
el silencio de aquella soledad… ¡Ay, Dios mío! ¿No será fácil que al
despertarme, respirando aquellos miasmas, oyendo aquellos lúgubres
gemidos que suelen entorpecer a los mortales, aquellos gritos semejantes
a las quejas de la mandrágora cuando se la arranca del suelo… ¿no
es fácil que yo pierda la razón, y empiece a jugar en mi locura con los
huesos de mis antepasados, o a despojar de su velo funeral el cadáver
de Teobaldo, o a machacarme el cráneo con los pedazos del esqueleto
de alguno de mis ilustres mayores? Ved… Es la sombra de mi primo,
que viene con el acero desnudo, buscando a su matador Romeo. ¡Detente,
Teobaldo! ¡A la salud de Romeo!
(Bebe)
ESCENA CUARTA
Casa de Capuleto
LA SEÑORA Y EL AMA Señora de Capuleto Toma las llaves: tráeme
más especias.
AMA
Ahora piden clavos y dátiles.
CAPULETO
(Que entra). Vamos, no os detengáis, que ya ha sonado por segunda
vez el canto del gallo. Ya tocan a maitines. Son las tres. Tú, Ángela,
cuida de los pasteles, y no reparéis en el gasto.
AMA
Idos a dormir, señor impertinente. De seguro que por pasar la noche
en vela, amanecéis enfermo mañana.
CAPULETO
¡Qué bobería! Muchas noches he pasado en vela sin tanto motivo, y
nunca he enfermado.
SEÑORA DE CAPULETO
Sí: buen ratón fuiste en otros tiempos. Ahora ya velo yo, para evitar
tus veladas.
CAPULETO
¡Ahora celos! ¿Qué traes, muchacho?
CRIADO 1.º
El cocinero lo pide. No sé lo que es.
CAPULETO
Vete corriendo; busca leña seca. Pedro te dirá dónde puedes
encontrarla.
CRIADO 1.º
Yo la encontraré: no necesito molestar a Pedro.
(Se van)
CAPULETO
Dice bien, a fe mía. ¡Es gracioso ese galopín! Por vida mía. Ya amanece.
Pronto llegará Paris con música, según anuncié. ¡Ahí está! Ama,
mujer mía, venid aprisa! (Suena música). (Al ama). Vete, despierta y
viste a Julieta, mientras yo hablo con Paris. Y no te detengas mucho,
que el novio llega. No te detengas.
ESCENA QUINTA
Aposento de Julieta. Ésta en el lecho
EL AMA Y LA SEÑORA
AMA
¡Señorita, señorita! ¡Cómo duerme! ¡Señorita, novia, cordero mío!
¿No despiertas? Haces bien: duerme para ocho días, que mañana ya se
encargará Paris de no dejarte dormir. ¡Válgame Dios, y cómo duerme!
Pero es necesario despertarla. ¡Señorita, señorita! No falta más sino
que venga el Conde y te halle en la cama. Bien te asustarías. Dime,
¿no es verdad? ¿Vestida estás, y te volviste a acostar? ¿Cómo es esto?
¡Señorita, señorita!… ¡Válgame Dios! Socorro, que mi ama se ha muerto.
¿Por qué he vivido yo para ver esto? Maldita sea la hora en que nací.
¡Esencias, pronto! ¡Señor, señora, acudid!
SEÑORA DE CAPULETO (Entrando).
¿Por qué tal alboroto?
AMA
¡Día aciago!
SEÑORA DE CAPULETO
¿Qué sucede?
AMA
Ved, ved. ¡Aciago día!
SEÑORA DE CAPULETO
¡Dios mío, Dios mío! ¡Pobre niña! ¡Vida mía! Abre los ojos, o déjame
morir contigo. ¡Favor, favor!
(Entra Capuleto)
CAPULETO
¿No os da vergüenza? Ya debía de haber salido Julieta. Su novio la
está esperando.
AMA
¡Si está muerta! ¡Aciago día!
SEÑORA DE CAPULETO
¡Aciago día! ¡Muerta, muerta!
CAPULETO
¡Dejádmela ver! ¡Oh, Dios! qué espanto. ¡Helada su sangre, rígidos
sus miembros! Huyó la rosa de sus labios. ¡Yace tronchada como la flor
por prematura y repentina escarcha! ¡Hora infeliz!
AMA
¡Día maldito!
SEÑORA DE CAPULETO
¡Aciago día!
CAPULETO
La muerte que fiera la arrebató, traba mi lengua e impide mis
palabras.
(Entran Fray Lorenzo, Paris y músicos)
FRAY LORENZO
¿Cuándo puede ir la novia a la iglesia?
CAPULETO
Sí irá, pero para quedarse allí. En vísperas de boda, hijo mío, vino
la muerte a llevarse a tu esposa, flor que deshojó inclemente la Parca.
Mi yerno y mi heredero es el sepulcro: él se ha desposado con mi hija.
Yo moriré, y él heredará todo lo que poseo.
PARIS
¡Yo que tanto deseaba ver este día, y ahora es tal vista la que me
ofrece!
SEÑORA DE CAPULETO
¡Infeliz, maldito, aciago día! ¡Hora la más terrible que en su dura
peregrinación ha visto el tiempo! ¡Una hija sola! ¡Una hija sola, y la
muerte me la lleva! ¡Mi esperanza, mi consuelo, mi ventura!…
AMA
¡Día aciago y horroroso, el más negro que he visto nunca! ¿El más
horrendo que ha visto el mundo! ¡Aciago día!
PARIS
¡Y yo burlado, herido, descasado, atormentado! ¡Cómo te mofas de
mí, cómo me conculcas a tus plantas, fiera muerte! ¡Ella, mi amor, mi
vida, muerta ya!
CAPULETO
¡Y yo despreciado, abatido, muerto! Tiempo cruel, ¿por qué viniste
con pasos tan callados a turbar la alegría de nuestra fiesta? ¡Hija mía,
que más que mi hija era mi alma! ¡Muerta, muerta, mi encanto, mi
tesoro!
FRAY LORENZO
Callad, que no es la queja remedio del dolor. Antes vos y el cielo poseíais
a esa doncella; ahora el cielo solo la posee, y en ello gana la doncella.
No pudisteis arrancar vuestra parte a la muerte. El cielo guarda
para siempre la suya. ¿No queríais verla honrada y ensalzada? ¿Pues a
qué vuestro llanto, cuando Dios la ensalza y encumbra más allá del firmamento?
No amáis a vuestra hija tanto como la ama Dios. La mejor
esposa no es la que más vive en el mundo, sino la que muere joven y recién
casada. Detened vuestra lágrimas. Cubrid su cadáver de romero,
y llevadla a la iglesia según costumbre, ataviada con sus mejores galas.
La naturaleza nos obliga al dolor, pero la razón se ríe.
CAPULETO
Los preparativos de una boda se convierten en los de un entierro;
nuestras alegres músicas en solemne doblar de campanas; el festín en
comida funeral; los himnos en trenos; las flores en adornos de ataúd…
todo en su contrario.
FRAY LORENZO
Retiraos, señor, y vos, señora, y vos, conde Paris. Prepárense todos a
enterrar este cadáver. Sin duda el cielo está enojado con vosotros. Ved
si con paciencia y mansedumbre lográis desarmar su cólera.
(Vanse)
MÚSICO 1.º
Recojamos los instrumentos, y vámonos.
AMA
Recogedlos sí, buena gente. Ya veis que el caso no es para música.
MÚSICO 1.º
Más alegre podía ser.
(Entra Pedro)
PEDRO
¡Oh, músicos, músicos! «La paz del corazón». «La paz del corazón».
Tocad por vida mía «la paz del corazón».
MÚSICO 1.º
¿Y por qué «la paz del corazón»?
PEDRO
¡Oh, músicos! porque mi corazón está tañendo siempre «mi dolorido
corazón». Cantad una canción alegre, para que yo me distraiga.
MÚSICO 1.º
No es esta ocasión de canciones.
PEDRO
¿Y por qué no?
MÚSICO 1.º
Claro que no.
PEDRO
Pues entonces yo os voy a dar de veras.
MÚSICO 1.º
¿Qué nos darás?
PEDRO
No dinero ciertamente, pues soy un pobre lacayo, pero os daré que
sentir.
MÚSICO 1.º
¡Vaya con el lacayo!
PEDRO
Pues el cuchillo del lacayo os marcará cuatro puntos en la cara. ¿Venirme
a mí con corchete y bemoles? Yo os enseñaré la solfa.
MÚSICO 1.º
Y vos la notaréis, si queréis enseñárnosla.
MÚSICO 2.º
Envainad la daga, y sacad a plaza vuestro ingenio.
PEDRO
Con mi ingenio más agudo que un puñal os traspasaré, y por ahora
envaino la daga. Respondedme finalmente: «La música argentina», ¿y
qué quiere decir «la música argentina?» ¿Por qué ha de ser argentina la
música? ¿Qué dices a esto, Simón Bordón?
MÚSICO 1.º
¡Toma! Porque el sonido de la plata es dulce.
PEDRO
Está bien. ¿Y vos Rabel, qué decís a esto?
MÚSICO 2.º
Yo digo «música argentina», porque el son de la plata hace tañer a
los músicos.
PEDRO
Tampoco está mal. ¿Y qué dices tú, Jaime Clavija?
MÚSICO 3.º
Ciertamente que no sé qué decir.
PEDRO
Os pido que me perdonéis la pregunta. Verdad es que sois el cantor.
Se dice «música argentina» porque a músicos de vuestra calaña nadie
los paga con oro, cuando tocan.
MÚSICO 1.º
Este hombre es un pícaro.
MÚSICO 2.º
Así sea su fin. Vamos allá a aguardar la comitiva fúnebre, y luego
a comer.